Está 2009 echando el cierre a sus 365 días. Se aprovecha, en muchos ámbitos y por diferentes personas, para repasar lo que fue el año que se extingue. No entraré en ello, porque los medios de comunicación ya nos están bombardeando con resúmenes de lo que, a su entender, fue más relevante.
Me quedo con una esperanza, de entre todo lo que se publica y comenta, que puede convertirse en realidad en los meses próximos venideros. Los dos principales partidos políticos de España están conversando sobre el problema de la educación. Quieren llegar a un pacto de Estado. ¿Será posible? Vamos a no aguar la fiesta a nadie. Hoy ya no celebramos las bromas de las inocentadas sino que preparamos la despedida de la noche de san Silvestre, cuando un año da paso a su sucesor y nos deseamos lo mejor.
Hay diálogo sobre la reforma del sistema educativo de este país. Lo pedían a gritos los profesores, los padres y todos los ciudadanos que son conscientes de que la sociedad de mañana se está forjando en las aulas. Si de éstas no salen personas educadas en valores (respeto, esfuerzo, conocimientos comunes básicos…), mal nos irá a todos, mayormente a los niños de hoy cuando sean adultos mañana.
Mi razón de optimismo está en que el ministro de Educación y la secretaria general del Partido Popular acaban de declarar públicamente que el pacto es posible, que las posturas se están acercando. ¡Ojalá no venga nadie a hacer estropicios echando por tierra este anhelo de tantos! ¡Cuánto ganaría la sociedad si los políticos que la gobiernan o la han de gobernar renunciaran a ser protagonista de sus intereses partidistas y fueran servidores del único interés que merece la pena, el de los ciudadanos todos! En su día dieron ejemplo, que agradecemos. ¿Por qué ahora no van a repetir la historia pactando una reforma de la educación que es urgente y necesaria? Déjenme que hoy, al filo de las últimas horas del año 2009, me muestre optimista.
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