viernes, 4 de diciembre de 2009

NO LLUEVE COMO ANTES, ¿O SÍ?


Llueve suavemente. Tan es así que parece que los angelotes del cielo están jugando a mojar a los mortales sin que nosotros nos demos cuenta. Llevamos, en esta ciudad murada sin murallas, muchos meses sin lluvias. Esto tiene alarmados a vecinos y autoridades porque, si sigue así el tiempo (está todo muy seco y los pantanos casi vacíos), para ducharnos tendremos que usar regaderas de mano, que con ellas se gasta menos agua.

He oído, no sé si era broma o afirmación sería, que la causa de que esto suceda es el cambio climático que está arrastrando al planeta Tierra a una catástrofe de consecuencias no previsibles, tal vez a su propia destrucción.

No hace muchos años, la ciudad de Ávila aparecía, en los mapas del tiempo (que solamente emitía la televisión oficial), como la capital de provincia con las temperaturas más bajas, sobre todo en los largos meses de invierno. Esto causaba ciertos problemas que perjudicaban económicamente al comercio de aquí. Recuerdo que un importante dirigente empresarial me propuso que hiciéramos una campaña publicitaria con esta frase: "Ávila, el frío más caliente de España". De risa, vamos. No se hizo, porque parecía poco atractivo comercialmente "vender" una ciudad donde pasar frío. Lo cierto, ahora, es que Ávila no aparece muchas veces en los espacios meteorológicos como la capital española donde los termómetros marcan la temperatura mínima. ¿Se habrán olvidado los informadores de este hermoso lugar Patrimonio de la Humanidad? ¿O será, más bien, por culpa de ese cambio climático que tanto nos predican desde algunos púlpitos mediáticos? Qué quieren que les diga sobre ello si, a lo mejor, la respuesta es tan sencilla como que la ubicación de los aparatos con los que se toma la temperatura a esta ciudad han cambiado de lugar hace unos años, justamente desde cuando dejamos de ser noticia casi diaria por ser campeones del frío. Por el contrario, en lo que no hemos cambiado es en altura, pues Ávila sigue siendo la capital de provincia más alta de esta nuestra España, y lo seguirá siendo mientras no le quiten los políticos esta categoría. Desde donde ahora escribo, en mi casa, estoy a 1.175 metros sobre el mar de Alicante, algunos más de los que marca la medición oficial en el Ayuntamiento de la ciudad, ya éste se encuentra unos metros más bajo.

Hace varios siglos, nuestros antepasados debieron tener sus propios problemas climáticos. Ojeando libros antiguos para un trabajo de investigación en el que ando enfrascado, encuentro que en mi lugar de nacimiento, el municipio de mayor y menor altitud de Castilla y León, había un convento, del que ahora quedan las ruinas, y no muchas, que fue abandonado por sus diferentes moradores varias veces, a causa de las inclemencias meteorológicas. En un libro, impreso en la ciudad de Arévalo en 1649, se dice que los frailes de san Pedro de Alcántara ("Historia de los Padres Descalzos Franciscos", de fray Martín de san José) lo pasaron allí tan mal que estuvieron a punto de morir de hambre porque "se juntó el nevar tanto que ni los religiosos podían salir a pedir limosna ni de fuera proveerles de ningún sustento". El lugar, junto al río Tétar, no llega a los 300 metros de altitud, lo que hace que no sea propicio para tan duros inviernos. Durante mis años de infancia, adolescencia y juventud, que los viví por aquella campiña, la nieve solamente la veíamos, todos los años y durante muchos meses, en la sierra de Gredos. Recuerdo que en el pueblo solamente una vez, una mañana de enero, los tejados de las casas aparecieron como si sobre ellos hubieran echado harina, como hacíamos nosotros en las casitas que colocábamos en el Belén navideño.

No quiero poner en duda que el clima no esté cambiando, porque, como la propia naturaleza, no es algo estático. Pero, a veces, da la sensación de que algunas cosas que nos dicen no son ciertas del todo. A propósito, acabo de leer que ha dimitido de su cargo el director de la Unidad de Investigación Climática de la Universidad de East Anglia (británica), que es el centro de referencia de los que defienden la teoría de que la Tierra se está calentando. También lo es del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de la ONU (IPCC). ¿Motivo de la dimisión? Dicen que es posible que se hayan manipulado datos científicos... No sería la primera vez que esto se hace porque determinadas teorías científicas encubren intereses concretos.

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