miércoles, 30 de diciembre de 2009

NOCHE DE SAN SILVESTRE DISTINTA


Al caer está ya el cierre del 2009. Muchos lo querrán olvidar, porque los recuerdos que de él tienen no les satisfacen. Otros preferirán que siga vivo, porque cualquiera tiempo pasado fue mejor. Ni de un lado ni de otro me inclino. Tal vez porque el ayer ya no es y el mañana desconozco si será. Me muevo más por el ahora, que es lo que sí puedo palpar. Y en este momento preciso en el que escribo, hay miles de vidas humanas que están naciendo la luz. También otras que concluyen su periplo vital naturalmente. Y otras que son segadas de raíz, incluso antes de llegar al mundo o una vez en él. La violencia del ser humano parece que no tiene final. ¡Qué desgracia!

Dicen los números de las estadísticas que cada hora hay cuarenta y tres mil bautizados católicos más. ¿No intentan algunos ahogar este crecimiento de una institución con 20 siglos de historia y con 1.147 millones de miembros? Pues ya lo estamos viendo. Parece que no lo van a conseguir, aunque en algunos lugares resulte muy duro ser católico. Las persecuciones no han servido, a lo largo de la historia, más que para fortalecer la fe.

Mañana es la noche de san Silvestre. Dice el saber popular que la más larga del año. Habrá gente que se lance al desenfreno para festejar un final y el siguiente comienzo en la medición del tiempo. También habrá otra gente que vivan el tránsito de un año a otro en sosiego espiritual unos, en encuentro familiar otros, en servicio a los que lo necesitan algunos, en un bien estar y sentir todos ellos. Seguro que éstos no serán los que ocupen espacios en los medios de comunicación. Pero eso no les importa. Lo que realmente cuenta es que saben vivir no según la moda de la sociedad de consumo, que es el dios ahora reinante, sino conforme a lo que sus conciencias les dictan. Estoy seguro de que serán ellos los que guarden el mejor de los recuerdos de la noche de san Silvestre de 2009 al 2010 y los que se sentirán más alegres y felices después. Porque la borrachera que empapa el corazón es la de vivir cada instante de acuerdo con los más hermosos principios: el ser consecuentes con aquello en lo que se cree.

UN SOPLO DE OPTIMISMO


Está 2009 echando el cierre a sus 365 días. Se aprovecha, en muchos ámbitos y por diferentes personas, para repasar lo que fue el año que se extingue. No entraré en ello, porque los medios de comunicación ya nos están bombardeando con resúmenes de lo que, a su entender, fue más relevante.

Me quedo con una esperanza, de entre todo lo que se publica y comenta, que puede convertirse en realidad en los meses próximos venideros. Los dos principales partidos políticos de España están conversando sobre el problema de la educación. Quieren llegar a un pacto de Estado. ¿Será posible? Vamos a no aguar la fiesta a nadie. Hoy ya no celebramos las bromas de las inocentadas sino que preparamos la despedida de la noche de san Silvestre, cuando un año da paso a su sucesor y nos deseamos lo mejor.

Hay diálogo sobre la reforma del sistema educativo de este país. Lo pedían a gritos los profesores, los padres y todos los ciudadanos que son conscientes de que la sociedad de mañana se está forjando en las aulas. Si de éstas no salen personas educadas en valores (respeto, esfuerzo, conocimientos comunes básicos…), mal nos irá a todos, mayormente a los niños de hoy cuando sean adultos mañana.

Mi razón de optimismo está en que el ministro de Educación y la secretaria general del Partido Popular acaban de declarar públicamente que el pacto es posible, que las posturas se están acercando. ¡Ojalá no venga nadie a hacer estropicios echando por tierra este anhelo de tantos! ¡Cuánto ganaría la sociedad si los políticos que la gobiernan o la han de gobernar renunciaran a ser protagonista de sus intereses partidistas y fueran servidores del único interés que merece la pena, el de los ciudadanos todos! En su día dieron ejemplo, que agradecemos. ¿Por qué ahora no van a repetir la historia pactando una reforma de la educación que es urgente y necesaria? Déjenme que hoy, al filo de las últimas horas del año 2009, me muestre optimista.

martes, 29 de diciembre de 2009

EL HERMANO RAFAEL, EL MÁS ALEGRE


Son estos días del tiempo navideño aptos para el sosiego. Aunque siguen los medios de comunicación bombardeándonos con las historias del tremendismo más inhumano, reconforta escuchar mensajes diferentes. Los hay, aunque a veces no alcancemos a captarlos. Y reconfortan, que conste.

Después de gastar unas cuantas horas revolviendo libros de mi estudio (¡qué desordenadas tengo las estanterías en las que ya no caben más ejemplares!), buscando un folleto sobre la ordenación episcopal del hoy cardenal Cañizares, para un trabajo de investigación en el que ando ocupado, me encuentro una separata de la revista Cistercium que hace 20 años me envió un fraile de Osera, fray María Damián Yáñez. Lleva por título “El hermano Rafael en sus relaciones con los Duques de Maqueda”. El artículo, de 35 cortas páginas, que en su día, cuando lo recibí, no leí, me ha producido ahora momentos de placer y sentimientos de paz. Me ha cautivado, como le impresionaba a mi hijo la sangre del Cristo colocado junto al sepulcro del hermano Rafael en la iglesia abacial de Dueñas.

El hermano Rafael es hoy san Rafael Arnáiz, monje de la Trapa de Dueñas, muerto a los 28 años de edad, en 1938, y canonizado hace dos meses. Los Duques de Maqueda, sus tíos carnales, dueños de la dehesa de Pedrosillo, finca situada cerca de la ciudad de Ávila, entre la carretera de Valladolid y el embalse de Las Cogotas. El autor del artículo, fray Damián Yáñez, compañero de noviciado del hermano Rafael, en la Trapa palentina de Dueñas. María del Socorro Osorio de Moscoso, la tía, ingresó en el monasterio de la Encarnación en 1954, al quedar viuda, y en él murió santamente en 1980.

El artículo descubre cómo en Ávila, en la finca de Pedrosillo, fue donde nació la vocación trapense del hoy santo del Císter y cómo contribuyeron a ello sus tíos. Es una delicia pasear los ojos por las cartas del hermano Rafael y leer las declaraciones de su prima hermana, María Socorro (como su madre): “Todos estábamos esperando que llegase el momento de las vacaciones para estar con Rafael, ese sentir era unánime en todos; si tenía 24 horas libres en Madrid, se venía a Ávila con nosotros. Abrir la puerta y ver a Rafael era fiesta mayor en casa. Para mí, la característica de Rafael era su alegría, era la alegría en persona; si estaba con nosotros los pequeños, siempre nos hacía reír, pues era la persona más alegre de este mundo; bailando era estupendo; yo no he visto nunca bailar a nadie como a Rafael”. ¿Quién dijo que los santos son personas tristes? La tristeza y la santidad se repelen.

Hermoso resulta leer las cartas de este joven y moderno santo. Pienso que debería ser más conocido aquí, pues en esta nuestra ciudad descubrió su vocación trapense y aquí vivió muchas etapas de su corta existencia terrenal. ¿Una parroquia nueva en su honor? Méritos hay para ello. Pero con templo o sin él, el hermano Rafael es como una luz que ayuda a ver mejor en la oscuridad que nos rodea.

lunes, 28 de diciembre de 2009

LOS CHICOS DEL CORO, ¡QUÉ DELICIA!


Son casi las 12 de la noche y acaba de concluir el concierto (el segundo del día) de los mundialmente famosos “Los Chicos del Coro”. En realidad los muchachos forman la escolanía de Saint Marc, de la ciudad francesa de Lyon. Cantan como los ángeles y las mil personas que hemos acudido a escucharlos (otras tantas en la sesión anterior) hemos aplaudido hasta terminar cansados de batir palmas. Porque aquí, en esta ciudad murada abierta al mundo, somos muchos los que gozamos con las cosas bellas. Este concierto ha sido hermoso. Muy hermoso. Tanto que he de confesar que me he emocionado. No sé si porque soy propenso a ello, cuando hay motivos, o porque realmente la treintena de niños cantores han hecho vibrar ciertas fibras de mi ser interior.

A la salida del Palacio de Congresos de Ávila, la muralla iluminada parecía más bella, aunque desconozco si ello es posible. Todo me ha gustado. Pero no sólo a mí. Los comentarios, no identificados en unos casos y salidos de bocas conocidas en otros, coincidían en que estas voces cantoras son algo maravilloso. Y cuando se transmite la hermosura del canto como estos niños lo hacen, el corazón que lo escucha disfruta y siente que es feliz. Decía alguien que la música amansa a la fiera humana que cada uno de los seres humanos llevamos dentro. Escuchando a estos niños cantores me resulta difícil comprender que pueda haber maldad entre nosotros.

Confieso que no conozco el origen de este coro de niños, aunque sí sé que se inició hace más de 20 años y los que ahora cantan son chicos distintos a los que lo iniciaron. Pero el espíritu es el mismo (el fundador sigue al frente) y lo importante es lo que se transmite y cómo se transmite. En estas fechas cargadas de simbolismo navideño (con lo que lleva esto consigo) no han podido regalarnos a los abulenses un mejor obsequio que poder escuchar en vivo un concierto como éste. Mi gratitud sincera a quienes lo han hecho posible. Supongo que también la de muchos cientos, tal vez miles, de abulenses. Eventos de esta naturaleza, deleitan y educan.

No quiero dejar de mencionar a otros dos grupos que actuaron de teloneros (aunque no me gusta esta palabra). Dos corales infantiles, las abulenses “Amici mei” y “Colegio Pablo VI”, me han dejado un grato sabor de boca. Sobre todo en la interpretación final de las tres corales juntas (cerca de cien gargantas) de una de las canciones más conocidas de “Los Chicos”. Pueden, por qué no, convertirse ellas mismas en otros ejemplos de “Los Chicos del Coro”. El camino está iniciado. Con tesón, con generosidad por parte de quien para ello tiene capacidad, es posible llegar lejos. Seguro que esta educación, hermosa desde cualquier prisma desde donde se la mire, es más beneficiosa para los propios muchachos y para los restantes miembros de esta sociedad nuestra que adoctrinamientos que esterilizan las conciencias.

viernes, 25 de diciembre de 2009

ES PASCUA DE NAVIDAD


Hoy día 25 de diciembre es Pascua de Navidad. En algún rincón he escuchado villancicos que formaron parte de la infancia ya pasada. Se palpa, en estos tiempos de ahora, que se pierde el ayer con muchas de sus ricas y hermosas costumbres. Nos estamos globalizando por mor de los nuevo vientos de una mal entendida modernización de nuestra manera de ser. Respeto lo nuevo si enriquece, no si atonta o desalma. No me parece mal que el árbol se coloque en los hogares si no sustituye al Belén, que es la tradición nuestra. Hay que ser claros: un abeto en los pueblos de nuestra Moraña abulense no pega ni aunque sea de plástico y se le adhiera con el más fuerte de los pegamentos. Ya me dirán qué hace, en la hermosa villa de Madrigal de las Altas Torres, cuna de la mejor reina que tuvo España, Isabel la Católica, un abeto simbolizando la fiesta de la Navidad. ¿Cómo vamos a colocar para expresar la alegría navideña un árbol que aquí solamente se conoce por fotografías? Para mí que no tiene ningún sentido. Como tampoco poner un reno tirando de un trineo a la puerta de una casa. Que no, que por mucho que la publicidad que todo lo invade se empeñe, estas cosas no son nuestras. Aunque reconozco que, como somos dóciles, nos acabarán inundando de árboles, renos, trineos, papás Noel y santa Claus. Ya lo están consiguiendo. Pero es porque les damos facilidades para ello.

Prefiero los villancicos de siempre, con panderetas, calderos, almireces, zambombas y demás instrumentos fabricados con artesanas manos. Ellos sí son expresión de alegría por la fiesta navideña que celebramos. Y belenes (nacimientos los llamábamos en mi infancia) donde la escena esencial reproduce al Niño Jesús en un pesebre y junto a él a sus padres, al buey, la mula y los pastores. Y los Reyes Magos, que poco a poco, día tras día, se van acercando al portal al que llegan el 6 de enero. ¡Qué hermoso día el de Reyes! Éramos haces de nervios esperando, la noche de la víspera, que amaneciera para correr a la ventana donde habíamos dejado las zapatillas. Éstas son nuestras costumbres. Las que hemos mamado durante generaciones y nos han hecho felices. Y nos siguen dando felicidad. Creo que debemos conservarlas y transmitirlas con el mismo cariño que a nosotros nos las transmitieron.

En estos tiempos en los que tan reivindicativos se ponen algunos para no perder las identidades propias, extraña que se abran puertas y ventanas a todo lo que de fuera nos llega, dejando apartado lo que de aquí es. En casa tenemos claro que las figuras esenciales del Belén es lo que ha de predominar. Hasta en tres estancias las ha colocado mi mujer. Y por si no es suficiente, con las guirnaldas de lucecitas que dan a la calle se cuelga la imagen del Niño Jesús. Es que la Navidad es la celebración del Nacimiento de Jesús y esto es lo que importa destacar. Lo demás, añadiduras, a veces sin sentido lógico.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

SED FELICES


Que esta Navidad seáis felices en cada uno de sus momentos

Que la sonrisa no se apague en vuestros rostros en ninguno de los instantes de cada día

Que viváis la claridad de que el bien es lo que importa un día sí y al otro día también

Que no os dejéis amilanar, ni un segundo de vuestra cotidiana tarea, ante los que os insulten o amenacen o digan maldad de vosotros

Que seáis capaces de mantener viva la llama de que lo importante es la paz interior, aunque fuera de vosotros haya estruendos de guerra y voces de destrucción

Que no os rindáis ni durante el tiempo de un suspiro a las lisonjas de los vendedores de esperanzas huecas o de liberaciones que atan y esclavizan a quienes en ellas caen

Que no renunciéis al esfuerzo permanente para que el soplo navideño no se os escape nunca, sino que se quede a vivir dentro de vosotros, segundo tras segundo, en todo el tiempo que en la tierra estéis

Que os empapéis de la certeza de que Dios existe y está dentro de vosotros y en los que con vosotros están, sean negros o blancos, ricos o pobres, letrados o analfabetos, simpáticos o toscos

Que os bendiga Dios y os haga generosos y os empape del gozo de la Navidad

martes, 22 de diciembre de 2009

A LA PUERTA DE CÁRITAS



Paso por la puerta del edificio de Cáritas, en la calle san Juan de la Cruz, de Ávila, esta ciudad de piedra y de alma abierta al mundo, que para eso es patrimonio de la humanidad. El día es frío, no más que en otras capitales de nuestra cercanía. Varias personas esperan ser atendidas. Por el color de la piel de sus rostros, deduzco que unas son árabes, otras de raza negra, y las más, de la América hispana, pues tienen rasgos mestizos. Acuden a este centro porque necesitan ayuda material. Saben que aquí serán atendidas sin ser preguntadas por sus creencias ni ser obligadas a rezar el rosario o ir a misa, que la caridad de los cristianos no distingue ni las razas ni el credo de los necesitados.

Tal vez ya nos hemos acostumbrado a ver a nuestro lado rostros anónimos que piden una limosna. La crisis económica y de trabajo que padece ahora la sociedad española, en mayor medida que las de su entorno, ha hecho que se dispare el número de pobres, sí, de pobres que necesitan vestidos y alimentos. Como en tiempos pretéritos, cuando las colas de demandantes de un plato de comida se formaban ante los comedores de Auxilio Social. Ahora es la casa de Cáritas (la casa de la caridad de los cristianos) la que atiende a miles y miles de necesitados.

Leo, con gozo y con pena a la vez, que a lo largo de este año han sido atendidas por Cáritas de España ochocientas mil personas, sin incluir aquí las que reciben ayuda en programas específicos, como los de rehabilitación de drogadictos. La alegría la siento y expreso por la labor que desarrolla esta institución católica, que demuestra su vitalidad y caridad a los más necesitados. Pero me causa desazón que sean tantas las personas que lo pasan mal. Ello demuestra que las cosas no van nada bien.

En estos tiempos tan desasosegados, por absurdas, para mí, intenciones de ciertos dirigentes que quieren enterrar en las iglesias y sacristías las creencias ancestrales de millones de personas, reconforta que desde estas creencias se haga caridad tan palpable. Que sirva de ejemplo a todos y haya más recursos del erario público, que es el bolsillo de los ciudadanos, y de la particular hucha de cada cual para la institución más caritativa (me gusta más la palabra caridad que solidaridad) de los católicos españoles. Porque cuánto más tenga, más ayudas podrá dar.

sábado, 19 de diciembre de 2009

UN CRONISTA, UN AMIGO

Asistí a un acto de homenaje a un buen amigo, ya fallecido: Aurelio Sánchez Tadeo. Fue cronista oficial de la ciudad de Ávila, la de los Caballeros. Un caballero de los de antes, en todo el significado de esta bella palabra castellana. Fue muchas cosas en sus 81 años de vida. Sobre todo lo que fue, me quedo con dos calificativos, de los muchos que sobre él se dijeron en los discursos ensalzadores de su personalidad: enamorado de esta ciudad y amigo fiel. Y en estos dos entretendré mis palabras, intentando con ellas mantener vivo el recuerdo que de él tengo y que se ha fraguado en mis 25 años de vida en la murada ciudad abierta en pleno al mundo.

Muchas personas he conocido que amaban y aman el lugar donde nacieron o en donde viven. Como Aurelio Sánchez Tadeo, ninguna. Amó a su Ávila natal como nadie lo ha hecho. Hasta su mujer, Paquita (Ta, como él cariñosamente la llamaba) le preguntaba si estaba casado con ella o con Ávila. Lo hizo sin ningún interés de egoísmo personal. Conocía cada piedra, cada rincón, cada personaje de los que han pasado por su historia. Y disfrutaba intensamente cuando hablaba o escribía sobre ello. De su verbo, atropellado a veces por el deseo de querer decir tantas cosas en pocas frases o en contados minutos, brotaron algunas de las más hermosas descripciones que de lo abulense se han hecho. Tanto era su cariño, que hasta numeraba las piedras románicas cargadas de historia (como la iglesia de santo Domingo, derribada para ampliar la Academia de Intendencia), para que no se perdieran, o gestionaba el traslado de las que quedan de la ermita de San Isidro, que fue desmontada de su emplazamiento junto a la muralla y ahora están el parque madrileño del Retiro. El título de cronista oficial de Ávila, que merecidamente le había sido concedido por el Ayuntamiento hace 9 años, lo ostentaba con sano orgullo y con él viajaba a todas partes, porque era como el certificado de sus esponsales con su amada ciudad.

Pero Aurelio Sánchez Tadeo era, además de otras muchas cosas buenas, amigo fiel de sus amigos. Acudía cuando sabía que podía ayudar. Y se preocupaba por los que teníamos el privilegio de serlo. Era la suya una amistad de las que duran siempre porque estaba asentada en la lealtad y el respeto. Daba, sin que por su dádiva esperase recompensa.

Se nos fue, en septiembre pasado, el amigo y cronista. Lo hemos recordado ahora, una vez más. Le seguiremos teniendo presente porque su memoria nos debe impeler a seguir su ejemplo en todo lo bueno que hizo, que fue mucho. Gentes como él, caballero en todos los sentidos, son necesarios en esta nuestra ciudad a la que él tanto amó. Gracias, Aurelio, cronista amigo.

jueves, 17 de diciembre de 2009

PROTECCIÓN PARA UN HUEVO DE CIGÜEÑA NEGRA


Un ecologista de militancia activa me preguntó si me parecía bien la nueva ley del aborto que se acaba de aprobar en el Congreso de los Diputados y que pasa ahora a trámite en el Senado. Le respondí preguntándole que si él apoyaría una norma legal que permitiera destruir huevos de cigüeña negra. Me espetó que eso era un disparate, que hay que cuidar la naturaleza y sancionar a quienes atenten contra ella. Un huevo de cigüeña negra –sentenció un tanto molesto por mi pregunta- está y debe estar protegido. Que no se le ocurra a nadie tocar no ya un huevo, sino un nido de cigüeña. Será castigado severamente.


De pequeño, en la escuela de mi pueblo, donde aprendí bastantes cosas que siguen estando vigentes, me enseñaron a amar la naturaleza pero anteponiendo al hombre a todos los demás seres que habitan la Tierra. Parece que aquellas enseñanzas no tienen hoy día valor pues el hombre está siendo convertido en el esclavo del medio ambiente. Erróneo concepto, a mi entender, el que ahora tratan algunos de imponernos.


El ser humano aún no nacido tiene ahora nulo valor en sus primeros tres meses de vida. Se le puede quitar la existencia por decisión unilateral de quien lo lleva dentro. Las leyes que aprueban los que se dicen progresistas desprecian al hombre cuando comienza su ciclo existencial. ¡Qué paradojas! Un huevo de cigüeña negra está protegido por la ley y el comienzo de una vida humana carece de la más mínima protección legal.


La ley del aborto será todo lo legal que se quiera, pero a mi entender es una tremenda injusticia que se comete con el más débil, el ser humano no nacido. El hombre protege con leyes todo lo que le rodea pero condena a la total indefensión a los de su propia especie humana cuando comienzan a tener vida. Un huevo de cigüeña vale más, para algunos, que la persona que ya tiene vida pero aún no ha nacido. ¿No estaremos destruyéndonos a nosotros mismos?

martes, 15 de diciembre de 2009

¿DESAPARECERÁN LOS CUATRO POSTES?


Contemplo la ciudad de Ávila, una vez más, desde el mirador de los Cuatro Postes. Cada día me atrae más este lugar, porque desde aquí se disfruta de una de las más hermosas vistas de la urbe murada. A cualquier amigo o familiar que viene a casa, aunque sea en visita ya repetida, le traigo a ver este icono abulense desde el que se palpa visualmente la postal más bella de este rincón Patrimonio de la Humanidad. Ninguno queda decepcionado, aunque haya estado aquí muchas veces. Tampoco yo me canso, y ninguna persona de las que conozco, de ver ciento y una vez este lugar tan emblemático para las gentes que aquí nacimos o aquí vivimos.

Pero esta mañana, en la que el frío ha puesto unas pinceladas blancas sobre el paisaje, los Cuatro Postes se me antojan más atractivos que nunca. Escuchaba, mientras aquí venía, comentarios varios sobre lo que significa la cruz, que ahora quieren algunos quitar de la vida pública, en la sociedad europea. No acierto a comprender que desde el poder se inculque la ruptura de la convivencia ciudadana creando una división entre nosotros que a nada bueno nos lleva. No sé si ciertos símbolos religiosos, que son parte de las creencias de los más y de la cultura de todos, desaparecerán de los espacios públicos. Me niego a admitir que haya odio y rencor de alguien cuando toma decisiones que a muchos, pienso que a los más, producen rechazo. Más bien me parece a mí que quien actúa de esa manera no tiene las cualidades necesarias para dirigir una sociedad como la nuestra.


No me imagino esta ciudad sin sus Cuatro Postes, que escoltan una sencilla y gran cruz de piedra, asentados en la dura roca de granito. Ni a nadie he escuchado que haya que derribar todo esto porque ofende sus ideas. Como tampoco comprendo que se quieran encerrar las creencias en el interior de una catacumba. Eso ya es historia y ahora, dicen, la convivencia en libertad es la doctrina que debe imponerse. Aunque de lo dicho a lo hecho, el trecho es muy grande. Porque vivimos, desgraciadamente, tiempos un tanto convulsos que habría que desterrar.


Estos Cuatro Postes, con su pétrea cruz, son Ávila. Como lo son su muralla, su Teresa de Jesús, su Catedral, sus templos románicos y góticos, sus símbolos cristianos y no cristianos. Porque la cultura de un pueblo exige respeto a su historia y a las creencias de sus gentes. Es posible que con la fuerza quiten la cruz de algunos lugares, pero volverán a ponerla con la libertad.

viernes, 11 de diciembre de 2009

SI QUIERES LA PAZ, PREPARA LA GUERRA


Lo decían los romanos: “si vis pacem, para bellum” (“si quieres la paz, prepara la guerra”). Sea un dicho popular, o frase de Julio César, o del escritor Flavio Vegecio, o de quien fuere, lo cierto es que esta expresión no ha perdido, a lo largo de los siglos, actualidad. Algo parecido ha dicho el último premio Nobel de la Paz, Barack Hussein Obama, al recoger el galardón que algunos consideramos que aún no tiene merecido. La guerra, en ocasiones, es la única vía para salir de situaciones peores. ¿Qué hubiera ocurrido si al loco de Adolf Hitler no le hubieran parado los pies las armas de los aliados?

No me gustan las guerras. Ni las armas. Ni siquiera las de juguete. Solamente tuve en mis manos las reglamentarias que nos daban cuando prestábamos el servicio militar obligatorio. Y aprendí a disparar, por supuesto, aunque en blancos de cartón. Hasta recuerdo que, por tener buena puntería, me enviaron a Infantería, a alta montaña, a una unidad de esquiadores, escaladores y paracaidistas, en el Pirineo aragonés. No sé qué tendría que ver que acertara a dar en la diana con el que prestara servicio en unas actividades para las que no me encontraba ni capacitado ni me gustaban. Aunque he de confesar que lo pasé bien pues hice buenos amigos entre vascos (algunos no sabían ni palabra de castellano) y catalanes. Pero a lo que iba, el belicismo no me resulta nada atractivo. Hasta rogué a familiares y amigos que a mi hijo, mientras fue pequeño, no le regalaran juguetes bélicos. Excepto un tirachinas que le hizo su abuelo, no recuerdo que tuviera nada parecido a un arma, aunque fuese de cartón piedra.

Dicho esto, tampoco estoy del lado de los que se llaman pacifistas y la “arman” siempre que tienen ocasión. Más bien creo que ahora sí coincido con el presidente de Estados Unidos, pues lo que ha dicho es realista, aunque no guste. La guerra, para desgracia de la humanidad, a veces es la única manera de evitar males peores. Y ningún pueblo sensato descuida su preparación defensiva, pues sería un suicidio. Los ejércitos, aunque haya quienes se empeñen en convencernos de lo contrario, están para defender a sus países de los ataques que les vengan de fuera y para usar la fuerza, si necesario fuere, por el bien común. Y por la libertad, que es bien preciado. Si alguien, por ejemplo, intenta hacerse con el poder por la fuerza, por la fuerza debe ser echado. O si desde el poder intenta esclavizar a su pueblo, la fuerza de las armas, si no hay otro medio, deberá impedirlo.

Hay quienes saben colocarse la careta del pacifismo pero en su interior ansían acabar con los que no piensan como ellos. ¡Ojalá no hubiera ejércitos, ni armas, ni guerras! Por ahora, a esa utopía no hemos llegado porque el hombre aún no ha logrado la perfección. Obama, esta vez, ha sido claro al hablar de la paz.

jueves, 10 de diciembre de 2009

¿OCULTAR LO QUE SOMOS PARA NO MOLESTAR?


El Gobierno de Dinamarca ha decidido que no haya árboles de Navidad a la entrada del centro donde se celebra la cumbre mundial sobre el clima, en la ciudad de Copenhague. Lo he leído en diferentes medios de comunicación, y en espacios destacados, por lo que deduzco que la noticia es verídica. Varios días después de leerla, sigo con el mismo asombro que la primera vez que la leí. El Ministerio de Asuntos Exteriores ha justificado la decisión gubernamental en que no hay que molestar a los musulmanes. Para quedarse de piedra.

Decisiones como ésta demuestran que la sociedad occidental está un poco, o un bastante, desnortada. Es como si en nuestra recoleta y abierta ciudad amurallada tuviéramos que derribar los campanarios de las iglesias si un día se celebrase aquí un encuentro, por poner un ejemplo, de la rimbombante Alianza de Civilizaciones (que no sirve ni servirá para nada bueno, luego sobra).

Nada tiene que ver el respeto al otro con la renuncia a lo propio. He visitado algún país árabe y he entrado en sus mezquitas, con respeto a lo que son y significan para los creyentes de Alá. Su cultura y su religión no son las mías, pero conocerlas y respetarlas no quiere decir que yo tenga que esconder mis sentimientos o renunciar a mis costumbres, que he recibido de mis antepasados con veneración y con la obligación moral de mantenerlas vivas.

Despojarnos de lo que somos para ser algo diferente nos lleva a no ser nosotros. No deben sentirse molestos quienes no piensan como yo porque manifieste lo que siento y creo. El respeto está en no imponer, no en renunciar a la propia identidad. Pero, por lo que uno ve y oye, hay quienes se pasan siete pueblos.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

LA CARA REAL DE LA PRENSA


Releo el análisis que hizo el Papa Benedicto XVI el día 8 de diciembre, en la plaza de España de Roma, ante el monumento a la Inmaculada. Habló de los medios de comunicación, tan presentes hoy en todos los estamentos de nuestra sociedad. Sus palabras, para mí, son un diagnóstico real que sería bueno que nos tomáramos más en serio los que informan y los que son informados. Mejor nos iría, creo yo.

Decía el Papa: “Cada día en los diarios, la televisión y la radio el mal es contado, repetido y amplificado, acostumbrándonos a las cosas más horribles, haciéndonos más insensibles y de, alguna manera, intoxicándonos, porque lo negativo no es totalmente eliminado y día a día se va acumulando. El corazón se endurece y los pensamientos se ensombrecen”.

¿Es que estas palabras describen una situación que no está ajustada al milímetro a lo que cotidianamente sucede? ¿Exagera el Papa? Somos bastantes, por lo escucho y leo, los que coincidimos en que estamos siendo intoxicados permanentemente con hechos que aunque forman parte de la historia humana no son toda la historia de los hombres, sino solamente de unos poquitos. Hay gente buena. Mucha gente buena. Cada segundo, no cada día, surgen noticias con el rostro más humano, noble y solidario. Pero éstas no tienen espacio en los medios de comunicación. Desgraciadamente, porque a los comunicadores se nos enseña que lo malo, por excepcional, “vende”, mientras que lo bueno, por ser lo más habitual, no tiene interés público.

El Papa quiso, con sus palabras, sacudir conciencias. Es más fácil echar a otros la responsabilidad pues asumir la que a cada uno toca es duro siempre. Dijo Benedicto XVI: “Los medios de comunicación tienden a hacernos sentir cada vez más como espectadores, como si el mal afectase solamente a los otros y ciertas cosas jamás nos pudiesen ocurrir a nosotros. Por el contrario, todos somos actores en el bien y en el mal y nuestro comportamiento tiene un influjo sobre los otros". Suficientemente claro para quienes estén dispuestos a escuchar.

domingo, 6 de diciembre de 2009

CONSTITUCIÓN, CON GREDOS AL FONDO



Hace 31 años, tal día como hoy, 6 de diciembre, fuimos a votar mi mujer, mi hijo y yo. El colegio electoral estaba en la misma calle en donde vivíamos y era de monjas del Divino Maestro. Previamente nos habían enviado a casa un pequeño ejemplar de la Constitución. Aún lo conservo entre los más de dos mil libros de mi biblioteca, como un regalo que nos dimos todos los españoles, unos a otros. Me gusta leerlo de vez en cuando, para no olvidar que sigue siendo un texto plenamente vivo, pese a que algunos quieran enterrarlo.


Se celebraba, aquel día, la tercera consulta democrática a la que habíamos sido llamados los ciudadanos de este país. Una por año. En junio de 1977, habíamos elegido el primer parlamento democrático y, el 15 de diciembre de 1976, en el primer referéndum desde la guerra civil de 1936, habíamos dicho sí al cambio político que dejaba atrás la dictadura.


Sobre lo sucedido el 6 de diciembre de 1978 se han escrito miles de páginas y se escribirán muchas más. Lo que a mi parecer debe resaltarse es que aquel día los españoles dábamos, al mundo y a nosotros mismos, un ejemplo de responsabilidad y concordia aprobando masivamente una Constitución que nos unía y que no fue hecha por un partido sino por todos. Las negociaciones que los ponentes de aquel texto (a quienes se les denomina “padres de la Constitución”) celebraron en el Parador de Turismo de Gredos fueron ejemplar muestra de que el diálogo y el acuerdo entre adversarios políticos es siempre posible si se busca el bien común.

No tengo claro si, después de 31 años, la Constitución debe ser reformada. Probablemente sea conveniente clarificar algunos artículos algo confusos para que haya menos conflictos. Creo que, hoy por hoy, éste es el texto que rige y el que hay que respetar. Mal hacen algunos cuando ponen por encima de la Constitución sus intereses de partido o de comunidad o la utilizan como si fuera un arma que se arroja contra el adversario. Personalmente echo en falta entre nuestros dirigentes políticos actuales el espíritu de los constituyentes y el clima de diálogo que se fraguó en las negociaciones del Parador de Gredos. Los que no han mamado estas esencias difícilmente pueden apreciar el valor que tienen unos valores que trajeron convivencia en paz y en libertad. ¡Qué malo resulta olvidar el pasado pues de él se pueden extraer las mejores enseñanzas!

viernes, 4 de diciembre de 2009

NO LLUEVE COMO ANTES, ¿O SÍ?


Llueve suavemente. Tan es así que parece que los angelotes del cielo están jugando a mojar a los mortales sin que nosotros nos demos cuenta. Llevamos, en esta ciudad murada sin murallas, muchos meses sin lluvias. Esto tiene alarmados a vecinos y autoridades porque, si sigue así el tiempo (está todo muy seco y los pantanos casi vacíos), para ducharnos tendremos que usar regaderas de mano, que con ellas se gasta menos agua.

He oído, no sé si era broma o afirmación sería, que la causa de que esto suceda es el cambio climático que está arrastrando al planeta Tierra a una catástrofe de consecuencias no previsibles, tal vez a su propia destrucción.

No hace muchos años, la ciudad de Ávila aparecía, en los mapas del tiempo (que solamente emitía la televisión oficial), como la capital de provincia con las temperaturas más bajas, sobre todo en los largos meses de invierno. Esto causaba ciertos problemas que perjudicaban económicamente al comercio de aquí. Recuerdo que un importante dirigente empresarial me propuso que hiciéramos una campaña publicitaria con esta frase: "Ávila, el frío más caliente de España". De risa, vamos. No se hizo, porque parecía poco atractivo comercialmente "vender" una ciudad donde pasar frío. Lo cierto, ahora, es que Ávila no aparece muchas veces en los espacios meteorológicos como la capital española donde los termómetros marcan la temperatura mínima. ¿Se habrán olvidado los informadores de este hermoso lugar Patrimonio de la Humanidad? ¿O será, más bien, por culpa de ese cambio climático que tanto nos predican desde algunos púlpitos mediáticos? Qué quieren que les diga sobre ello si, a lo mejor, la respuesta es tan sencilla como que la ubicación de los aparatos con los que se toma la temperatura a esta ciudad han cambiado de lugar hace unos años, justamente desde cuando dejamos de ser noticia casi diaria por ser campeones del frío. Por el contrario, en lo que no hemos cambiado es en altura, pues Ávila sigue siendo la capital de provincia más alta de esta nuestra España, y lo seguirá siendo mientras no le quiten los políticos esta categoría. Desde donde ahora escribo, en mi casa, estoy a 1.175 metros sobre el mar de Alicante, algunos más de los que marca la medición oficial en el Ayuntamiento de la ciudad, ya éste se encuentra unos metros más bajo.

Hace varios siglos, nuestros antepasados debieron tener sus propios problemas climáticos. Ojeando libros antiguos para un trabajo de investigación en el que ando enfrascado, encuentro que en mi lugar de nacimiento, el municipio de mayor y menor altitud de Castilla y León, había un convento, del que ahora quedan las ruinas, y no muchas, que fue abandonado por sus diferentes moradores varias veces, a causa de las inclemencias meteorológicas. En un libro, impreso en la ciudad de Arévalo en 1649, se dice que los frailes de san Pedro de Alcántara ("Historia de los Padres Descalzos Franciscos", de fray Martín de san José) lo pasaron allí tan mal que estuvieron a punto de morir de hambre porque "se juntó el nevar tanto que ni los religiosos podían salir a pedir limosna ni de fuera proveerles de ningún sustento". El lugar, junto al río Tétar, no llega a los 300 metros de altitud, lo que hace que no sea propicio para tan duros inviernos. Durante mis años de infancia, adolescencia y juventud, que los viví por aquella campiña, la nieve solamente la veíamos, todos los años y durante muchos meses, en la sierra de Gredos. Recuerdo que en el pueblo solamente una vez, una mañana de enero, los tejados de las casas aparecieron como si sobre ellos hubieran echado harina, como hacíamos nosotros en las casitas que colocábamos en el Belén navideño.

No quiero poner en duda que el clima no esté cambiando, porque, como la propia naturaleza, no es algo estático. Pero, a veces, da la sensación de que algunas cosas que nos dicen no son ciertas del todo. A propósito, acabo de leer que ha dimitido de su cargo el director de la Unidad de Investigación Climática de la Universidad de East Anglia (británica), que es el centro de referencia de los que defienden la teoría de que la Tierra se está calentando. También lo es del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de la ONU (IPCC). ¿Motivo de la dimisión? Dicen que es posible que se hayan manipulado datos científicos... No sería la primera vez que esto se hace porque determinadas teorías científicas encubren intereses concretos.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

NO AL PERIODISMO JUSTICIERO

Siento horror. Y más que eso: repulsa interior y exterior. Un hombre de 25 años, de nombre Diego y de apellido Pastrana, residente en la hermosa isla de Tenerife, ha sido condenado públicamente, por casi toda la sociedad erigida en juez colectivo, como violador y asesino de una niña de 3 años, hija de su novia. Es muy probable que hasta en el último rincón de España, y tal vez más allá de ella, se hayan escuchado los testimonios de los profesionales de la comunicación que daban hasta los más escabrosos detalles de unos hechos delictivos que ahora se nos dice que no ocurrieron.

¡Qué falta de ética en muchos de los que tienen la obligación de tenerla y demostrarla un día sí y otro también! Tal vez no nos demos cuenta, pero en nuestras mentes entran diariamente infinidad de datos, supuestamente objetivos, que carecen de las mínimas comprobaciones que deben exigirse en quienes los suministran. Hay medios de comunicación, no todos pero sí bastantes, que lanzan toneladas de basura informativa. ¿Con qué fin, me pregunto? En ocasiones, las más, para conseguir vender más. En otras, para lograr réditos ideológicos.

Qué mal anda esta profesión, de la que formo parte, cuando un hecho, que no ha sido suficientemente contrastado, se repite, copiado cientos de veces, en papel, televisión, radio e internet. ¿Dónde aparecen las fuentes, claramente identificadas, que suministran al periodista los datos que éste hace públicos y que debería firmar con su propio sello identificativo? ¿Dónde está, en bastantes de las noticias, la presunción de inocencia a la que toda persona tiene derecho? ¿Quiénes somos nosotros para erigirnos en jueces que absuelven y condenan sin oír a los protagonistas de los hechos?

Muchas son las preguntas que me hago sobre esto que no ha debido ocurrir aunque, para desgracia de todos, sucede cada día. Me da pena este hombre al que casi todos hemos condenado siendo inocente. Pero siento tanto o más dolor porque esta sociedad nuestra se está dejando llevar por el sendero que la acerca a un lugar donde puede terminar por ser destruida. Reclamo, para quienes tenemos en nuestro poder las más poderosas armas de adoctrinamiento colectivo, un retorno a los valores que esta profesión nunca debe tirar a la papelera. Tal vez si el suceso escabroso y los ídolos de barro no fueran las principales noticias transmitidas a la sociedad, ésta, probablemente, sería diferente y casi ninguna pequeña pantalla abriría sus noticiarios con asuntos degradantes que a la persona humana envilecen.