lunes, 28 de diciembre de 2009

LOS CHICOS DEL CORO, ¡QUÉ DELICIA!


Son casi las 12 de la noche y acaba de concluir el concierto (el segundo del día) de los mundialmente famosos “Los Chicos del Coro”. En realidad los muchachos forman la escolanía de Saint Marc, de la ciudad francesa de Lyon. Cantan como los ángeles y las mil personas que hemos acudido a escucharlos (otras tantas en la sesión anterior) hemos aplaudido hasta terminar cansados de batir palmas. Porque aquí, en esta ciudad murada abierta al mundo, somos muchos los que gozamos con las cosas bellas. Este concierto ha sido hermoso. Muy hermoso. Tanto que he de confesar que me he emocionado. No sé si porque soy propenso a ello, cuando hay motivos, o porque realmente la treintena de niños cantores han hecho vibrar ciertas fibras de mi ser interior.

A la salida del Palacio de Congresos de Ávila, la muralla iluminada parecía más bella, aunque desconozco si ello es posible. Todo me ha gustado. Pero no sólo a mí. Los comentarios, no identificados en unos casos y salidos de bocas conocidas en otros, coincidían en que estas voces cantoras son algo maravilloso. Y cuando se transmite la hermosura del canto como estos niños lo hacen, el corazón que lo escucha disfruta y siente que es feliz. Decía alguien que la música amansa a la fiera humana que cada uno de los seres humanos llevamos dentro. Escuchando a estos niños cantores me resulta difícil comprender que pueda haber maldad entre nosotros.

Confieso que no conozco el origen de este coro de niños, aunque sí sé que se inició hace más de 20 años y los que ahora cantan son chicos distintos a los que lo iniciaron. Pero el espíritu es el mismo (el fundador sigue al frente) y lo importante es lo que se transmite y cómo se transmite. En estas fechas cargadas de simbolismo navideño (con lo que lleva esto consigo) no han podido regalarnos a los abulenses un mejor obsequio que poder escuchar en vivo un concierto como éste. Mi gratitud sincera a quienes lo han hecho posible. Supongo que también la de muchos cientos, tal vez miles, de abulenses. Eventos de esta naturaleza, deleitan y educan.

No quiero dejar de mencionar a otros dos grupos que actuaron de teloneros (aunque no me gusta esta palabra). Dos corales infantiles, las abulenses “Amici mei” y “Colegio Pablo VI”, me han dejado un grato sabor de boca. Sobre todo en la interpretación final de las tres corales juntas (cerca de cien gargantas) de una de las canciones más conocidas de “Los Chicos”. Pueden, por qué no, convertirse ellas mismas en otros ejemplos de “Los Chicos del Coro”. El camino está iniciado. Con tesón, con generosidad por parte de quien para ello tiene capacidad, es posible llegar lejos. Seguro que esta educación, hermosa desde cualquier prisma desde donde se la mire, es más beneficiosa para los propios muchachos y para los restantes miembros de esta sociedad nuestra que adoctrinamientos que esterilizan las conciencias.

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