miércoles, 6 de enero de 2010

EL REGALO DE LA SONRISA DIARIA


La caravana de los Reyes Magos se fue anoche, tras dejar, en los poyetes de las ventanas de las casas o junto a los belenes, sus paquetes de regalos. Los niños, contentos al máximo, mostraban esta mañana su alborozo a los que, complacidos con su alegría infantil, disfrutaban de la escena. En casa, gracias a Dios y a la generosidad de los que ella estamos, hubo detalles para sentirnos como críos en la noche hermosa de la Epifanía. Es nuestra costumbre que, una vez concluye el desfile de los Magos de Oriente por las calles de la ciudad, nos reunimos, pequeños y grandes, a compartir lo que a cada cual han traído Sus Majestades. Obsequios materiales tuvimos, a pesar de la crisis que nos envuelve a todos, y gozo inmenso por poder compartirlos de manera tan limpia. Nos empapamos de la más contagiosa de las alegrías, como críos plenamente felices. Y nos volcamos en anhelar intensamente la esperanza de que el inmediato futuro nos inundará de un gozo mayor. La noche última pasada no ha estado envuelta en la oscuridad, sino en la luz de las más bellas ilusiones. Creo que cada amanecer del sexto día del primer mes del año es el más hermoso de los 364 que le han precedido y de los otros tantos que le han de seguir. Los pequeños son los mejores testigos de ello.

No deseo en esta Epifanía poner tintes de tristeza a mis frases. Ya llegará mañana el ritmo de la machacona realidad que nos desnudará de las sonrisas infantiles que hoy nos visten con las más bellas vestimentas. Los juguetes y los regalos, diría que no es lo importante, pues lo realmente hermoso es contemplar los ojos de los niños que palpan la alegría que les ha entrado por las ventanas de sus corazones. También de los ya menos niños que saben hacerse pequeños.

Es posible que muchos de los regalos que esta mañana colman las ilusiones de tantos y tantos millones de niños terminen, cuando se eche la noche, destrozados u olvidados en cualquier rincón de la casa. No importa. Durante unas horas, han sido el motor que ha transformado muchos hogares llenándolos de gozo y sonrisas. Si fuéramos capaces de que este ambiente perdurase hasta la próxima Epifanía… No se trata de comprar juguetes todos los días sino de fabricar sonrisas, incluso en los momentos más amargos.

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