jueves, 7 de enero de 2010

13.231 ABULENSES SIN EMPLEO


Concluido ya el periplo navideño, en el que hasta lo más amargo de nuestro entorno se percibía con cierta dulzura, aterrizamos, mal que nos pese, en el charco inevitable de los aconteceres cotidianos. Es dura y triste la realidad que nos envuelve. Más dura que las piedras de la muralla de esta ciudad, que perduran desde hace siglos. Dicen fuentes autorizadas del Gobierno (contradiciendo el optimismo del más inerte presidente que este país ha tenido en sus últimos decenios) que hasta dentro de cinco años el empleo no volverá a las tasas anteriores a la crisis, cuando el porcentaje de los que no tenían trabajo se situaba en torno al 8 por ciento de la población laboral. ¡Vaya jarro de agua fría! Porque, no lo olvidemos, el primero y gran problema que ahora mismo tiene la sociedad española son los más de cuatro millones de parados. Porque no generan riqueza sino que ocasionan gastos. Y lo más grave: se pierden ilusiones y se desperdician valores. El país, como conjunto de todos, siente como si tuviera anquilosada una parte de sus componentes. Una de cada cinco personas que desea trabajar no encuentran quien le de empleo. Lo he dicho en otros textos: un porcentaje tan alto de gentes sin empleo es toda una tragedia que nos destroza el futuro y amarga la existencia a quienes más directamente sufren esta pandemia.

Ávila, la provincia, es pequeña en población. Unos 170 mil habitantes tiene. Aquí ya hay sin empleo 13.231 ciudadanos que necesitan y piden trabajar. Nunca hubo tantos parados entre nosotros. Se ha batido un triste récord desde que existen las estadísticas laborales. Hasta hace pocos unos tres años, eran menos de la mitad de los de ahora los que no tenían ocupación. Con este desolador panorama, el futuro es muy negro. Por si los datos no fueran suficientemente demoledores, uno más: Casi el 40 por ciento de estos parados no perciben la prestación del subsidio de desempleo. Peor panorama no parece que pueda encontrarse.

Desde algún sindicato se pide que se creen puestos de trabajo. ¿Y quién los crea? ¿Los empresarios que se ven abocados a cerrar empresas porque no venden los productos habiéndose arruinado muchos de ellos? ¿Las administraciones públicas que se sustentan con el dinero que aportamos los ciudadanos con nuestros impuestos y que ahora se ven con el agua al cuello porque muchas están casi en quiebra? No quiero ser pesimista, que no es mi carácter, pero no veo que esto se arregle en corto tiempo si no se toman decisiones arriba, donde parece que la parálisis se ha adueñado de los que nos gobiernan.

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