
Desde hace tiempo se vienen pidiendo reformas en el sistema público de pensiones. Todas las peticiones se han obviado, despreciándolas siempre. Ahora, ya con la soga al cuello, se opta por cortar por lo más débil. Otro error, garrafal, de un Gobierno a la deriva pues hace agua por todas partes y lo que parchea vuelve a romperse por varios lugares más. Necesitamos un Gobierno que sepa dónde estamos y que apueste por crear empleo, que es la base fundamental para que el fondo de las pensiones no se vacíe. Lo que se tenga que reformar, que no se haga porque a un iluminado se le encienda la luz en sus elucubraciones mentales. Esto no es un juego de niños que se buscan entre los escondites de una casa, sin consecuencias. Es la vida de una sociedad que no tiene esperanzas de salir de un hondo agujero. Más de 4 millones de parados nos daba la Encuesta de Población Activa y más de un millón de familias con todos sus miembros sin trabajo. ¿Quién soporta esto? Lo peor, a mi entender, es que el túnel cada vez es más largo y no se ve la luz que anuncie la salida. Al contrario, la oscuridad es cada vez más negra y los que hace bien poco decían que ya teníamos brotes verdes, ahora dicen que superaremos un paro de más del 20 por ciento de la población laboral.
Este país no se merece unos gobernantes que parece que juegan a cazar barquitos de papel mientras el buque hace agua por todas partes. Con el inquilino actual de La Moncloa, aquí no se salva nadie. No sólo se dice aquí, sino que desde fuera, los organismos que de esto entienden, no ven que pueda llegar pronto la esperanza a España. Están sonando todas las alarmas y las ocurrencias gubernamentales únicamente producen rabia.