sábado, 20 de marzo de 2010

GRACIAS AL CARDENAL CAÑIZARES

La Universidad Católica de Ávila ya tiene su primer doctor honoris causa: el cardenal Antonio Cañizares, que fue obispo de la diócesis abulense y creador de aquella. La distinción era merecida y es un honor para la propia institución académica y también para la provincia de Ávila. El acto académico de la investidura fue solemne, como manda la tradición académica, y masivo, porque acudieron más de setecientas personas, algo no habitual en esta clase de ceremonias y menos en una mañana lluviosa de un día laboral y víspera de la festividad de san José. Pero don Antonio se merecía estar arropado por el cariño de los abulenses que tuvimos la suerte de disfrutar de su cercanía, espiritual y humana, durante los escasos cinco años que estuvo al frente de la iglesia de Ávila. Poco tiempo fue, pero intenso y fructífero para los abulenses, en el plano espiritual y en el material. De entre las obras que nos dejó, destaco tres que merecen estar permanentemente en nuestro recuerdo: la convocatoria del Sínodo Diocesano, la exposición Castillo Interior con motivo del 25 aniversario de la proclamación de Santa Teresa como doctora de la Iglesia, que fue visitada por unas cuatrocientas mil personas, y la Universidad Católica. Muchas más cosas hubiera hecho pero no hubo tiempo ya que, por su valía, fue pronto nombrado arzobispo, de Granada primero y, después, de Toledo, hasta que Benedicto XVI, que le hizo cardenal, le llevó a Roma nombrándole prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.

Con el acto de investidura como doctor honoris causa del cardenal Cañizares, la Universidad Católica de Ávila, la primera de estas características en España, reconoce y afianza sus orígenes y los principios en los que fue creada. Éstos no son otros que la apuesta firme por el servicio a la ciencia y a la cultura desde la verdad que hace al hombre libre y solidario con sus semejantes conforme a los planes de Dios sobre la humanidad. Don Antonio quería que esta Universidad ayudara, también, al progreso material de Ávila creando puestos de trabajo y facilitando a los jóvenes abulenses la posibilidad de cursar estudios universitarios sin necesidad de verse obligados, para ello, a ir a otros lugares. Todo ello ha recobrado nuevos impulsos con el acto que emocionó a todos los presentes, de manera especial al cardenal Cañizares quien, con voz entrecortada, nos recordó los comienzos de la Universidad Católica de Ávila y la misión que tiene encomendad en la Iglesia y en la sociedad. También los que tuvimos la suerte de colaborar con él en este hermoso proyecto, ya realidad viva y llena de fuerza, sentimos una emoción especial.

Atrás quedan los malos momentos vividos, las intentos de fuera y de dentro por cerrar la Universidad recién surgida, las presiones y amenazas sufridas por algunos, incluso las calumnias que se vertieron contra el propio don Antonio y los que con él colaboramos. Como el cardenal tantas veces ha repetido, la ayuda de Dios y de Santa Teresa ha sido tan fuerte que los enemigos nada han conseguido. Al contrario, han logrado que las raíces sobre las que se sustenta sean cada más fuertes. Las obras que son de Dios nunca quedan desprotegidas por Él. Es una verdad patente.

Don Antonio Cañizares ya no se irá nunca de Ávila, pues su Universidad ha querido retenerle para siempre proclamándole su Doctor Honoris Causa. Desde Roma, desde su despacho de la plaza de San Pedro, me consta que sigue permanentemente la vida de esta su Universidad de Santa Teresa. Y Ávila, ciudad y provincia, se siente orgullosa de haberle tenido como obispo y se alegra de que públicamente se reconozca su servicio a las gentes de esta tierra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario