lunes, 10 de mayo de 2010

APRETARSE EL CINTURÓN Y ALGO MÁS

Los tiempos actuales no son buenos, ni en lo económico y ni en otros muchos aspectos. Con un paro en ascenso permanente, pese al señuelo de los datos del pasado mes de marzo, los españoles estamos muy preocupados porque cada vez hay más personas sin empleo. ¿Quién hay que no tenga un familiar o un amigo buscando desesperadamente un trabajo? Ésta es la espina que llevamos todos clavada. Porque cuantos más parados hay, mayor es el peligro que corre el Estado de bienestar, porque se ingresa menos y se gasta más. Hasta que llegue un momento en el que, si las cosas siguen como ahora, nos encontremos con una situación como la que vive Grecia. Sí, ya sé que España no es la república helena pero o se ponen remedios ya o terminaremos mal.

Dicen los que gobiernan que hay que apretarse el cinturón, pero no es suficiente que lo digan, sino que quienes primero deben hacerlo son las administraciones públicas que gastan lo que no tienen. A los administrados ya nos lo aprietan quienes manejan los dineros que son de todos. Pero parece que a los que cobran lo nuestro y lo gastan según su propio criterio no acaban de entender que las vacas flacas son para todos.

Vivimos por encima de nuestras posibilidades y esta sociedad no puede seguir por este camino. Sobran funcionarios, sobran servicios públicos, sobran muchos gastos que no son necesarios. Hasta sobran administraciones públicas. Dos millones de empleados públicos en un país como España son demasiados.

En tiempos de bonanzas, se puede comprender que las diferentes administraciones públicas gasten más para dar servicios que no les corresponde dar. Pero con la tormenta que tenemos encima, hay que reducir drásticamente muchas partidas pues, de lo contrario, todo se vendrá abajo. No comprendo que un ayuntamiento tenga que pagar viajes a jubilados o a jóvenes, o que organice actividades que no está obligado a organizar. Sus competencias son otras y de los viajes lúdicos ya se encargan otras administraciones. Algún alcalde me contestaría que quién pone el cascabel al gato. Le respondo que él, que debe administrar los dineros que no son suyos. Porque cuando no pueda pagar las facturas o al personal, a ver qué hace.

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