domingo, 12 de septiembre de 2010

EL CONSEJERO VILLANUEVA SE EQUIVOCA

Lo he dicho, de palabra y por escrito, en numerosas ocasiones: No me gusta el centralismo de Valladolid. Lo repito: No me gusta que los políticos de Valladolid, del partido que sea, se miren demasiado el ombligo y piensen que todos los ciudadanos de esta Comunidad, Castilla y León, tenemos que asumir lo que ellos decidan.
El proceso de integración, o como quiera llamarse, de las distintas cajas de ahorro de esta región ha producido choques muy fuertes entre los políticos que residen en la capital vallisoletana y los de las diferentes provincias. Es el caso, por ejemplo, de Ávila. Los dirigentes del Partido Popular a nivel regional quisieron que todas las cajas de la comunidad formaran una entidad única. Así se crearía un banco, hay que decirlo con claridad, de Castilla y León en el que el Gobierno autonómico se podría apoyar para sus proyectos económicos. Solamente las dos grandes, Caja Duero y Caja España, decidieron unirse en una única entidad, proceso ya casi completado. Quedaban otras: Burgos, Segovia, Caja Círculo (privada) y Ávila. Desde la Junta se presionaba, fracasado el intento anterior de formar una sola entidad de ahorros regional,, para que se unieran en el proyecto de Banca Cívica, puesto en marcha por Caja Navarra y por Caja Canarias. Únicamente Burgos, después de muchos tiras y aflojas, dijo sí. En el proceso, se quedaron fuera Ávila y Segovia, que no vieron bien este proyecto que las minoraba. La burgalesa Caja Círculo optó por buscar otra vía, dada su singularidad como caja perteneciente a la iglesia.
La negativa de Segovia y Ávila a unirse a Banca Cívica sacó de quicio a los responsables de la Junta de Castilla y León y más en concreto a Tomás Villanueva, que es el consejero de Economía. Éste ha tenido numerosas salidas de tono y ha descalificado a los responsables de las cajas de Segovia y de Ávila. Hasta los ha amenazado. Mal político es cuando trata de imponer su criterio personal sobre los intereses que se defienden en otras provincias que no coinciden con los de Valladolid. Su última maniobra lo descalifica por completo. La semana que viene, las asambleas generales de las cajas de Ahorro de Segovia y de Ávila han de votar si se suman al proyecto liderado por Caja Madrid y Bancaja. Hasta hace unos días, bastaba con la aprobación de los dos tercios de la asamblea, es decir, de 80 miembros del total de los 120 que componen el Consejo General de Caja Ávila. Pues el consejero Villanueva, que es también presidente del Partido Popular de Valladolid, ha cambiado las reglas del juego y ha dictado una norma nueva: ahora la decisión tendrá que adoptarse por las cuatro quintas partes de la asamblea, o lo que es lo mismo, por 96 de los 120 consejeros, 16 más que lo establecido en la norma anterior. Cambia las reglas del partido cuando éste se está jugando, lo que, a mi entender, es muy poco ético. Las asambleas generales estaban convocadas legalmente y no parece que sea justo (probablemente tampoco legal) que se modifiquen las normas a estas alturas.
Esto es jugar sucio, con rencor poñtico, y es más propio de dictadores que de demócratas. El consejero Villanueva, que ha cometido demasiados errores en su gestión política, debería ser cesado por el presidente Juan Vicente Herrera. Está fomentando que cada vez haya más ciudadanos de esta provincia (también de Segovia) que estén un poco hartos del centralismo vallisoletano. O mejor dicho: de los políticos vallisoletanos que se olvidan de que en Ávila hay otros intereses diferentes a los que ellos defienden, y que deben ser respetados.
Con dirigentes como Tomás Villanueva, el Partido Popular no gana apoyos, sino que los pierde. (Lo mismo le sucede a los del PSOE e IU). Él solito ha logrado enfrentarse a los militantes del PP en esta provincia y a las fuerzas políticas, económicas y sociales de aquí que sí apoyan, muy mayoritariamente, que Caja de Ávila vaya con Caja Madrid. Y si se pone en plan dictador, como lo ha hecho amenazando una y otra vez, los abulenses podemos ponernos en plan demócrata y pedir ser segregados de la Comunidad de Castilla y León y unirnos a la de Madrid. Nos iría, en todo, mucho mejor. No queremos que desde el centralismo de Valladolid nos impongan decisiones que nos perjudican.

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