Los dos sindicatos mayoritarios, UGT y Comisiones Obreras, han decidido convocar huelga general contra el Gobierno de RZ por la reforma laboral. Después del fracaso de la huelga general de los empleados de la función pública, el pasado día 8, amenazan ahora con ir más lejos. Quieren paralizar el país, a finales de verano o principios del otoño, para hacerse oír. Están en contra con todo lo que suponga tocar, aunque sea mínimamente, los derechos de los trabajadores.
No parecen darse cuenta los dirigentes sindicales de que el derecho primero de los trabajadores es el poder tener un puesto de trabajo. La crisis económica que padecemos ya tiene cerca de cinco millones de españoles que, aunque quieran trabajar, no `pueden hacerlo porque no se crea empleo. ¿No es éste el primer problema de nuestra sociedad? ¿No es en él donde deberían emplearse todos los esfuerzos del Gobierno, de los sindicatos, de los empresarios también para intentar resolverlo? Un país con tan elevado número de parados (uno de cada cinco de los españoles en edad de trabajar no encuentran dónde hacerlo) no va más que al precipicio económico y social.
Nunca me gustaron las huelgas y siempre me opuse a ellas. Algún disgusto me costó la primera general (contra Felipe González) pues por ir al trabajo, al salir del despacho me encontré que mi coche tenía pinchadas las cuatros ruedas. Por supuesto que no le di más importancia del enfado momentáneo. Convencido estoy de que algún miembro de los piquetes que forzaban a cerrar las empresas uso su ira antidemocrática contra mí. Una huelga general perjudica a todos. Más en la situación por la que atraviesa España. ¿Qué se va a conseguir? Nada bueno, seguro. Como seguro estoy también de que si no hay piquetes coactivos (no me creo lo de informativos, pues todos estamos suficientemente informados) será un fracaso, como lo ha sido la de los empleados públicos.
Los sindicatos mayoritarios han perdido, para muchos ciudadanos, credibilidad. Ellos tienen parte de culpa en la crisis que padecemos. No han sido capaces de defender a los desempleados y han sido los acólitos de RZ hasta que éste, presionado por los que nos prestan el dinero para poder seguir subsistiendo, ha decidido actuar. Si se les privara de las suculentas subvenciones que reciben de los fondos públicos, veríamos que se comportarían de otra forma.